Clara es una mujer Cacique Qom urbana, obligada a vivir en la ciudad por los desplazamientos forzados de las comunidades indígenas de sus territorios.

por Florencia Marina Romero y Pablo Gómez Samela


Publicado el 16 de Mayo, 2018


Cacique Nalá es el nombre que le dio la comunidad Qom a Clara Romero. Nalá vive en la región de San Pedro, Provincia de Buenos Aires y lucha por los derechos de las personas indígenas sobre el territorio, la salud y la educación. Trabaja día a día por preservar su lengua, identidad y cosmovisión dentro de un contexto urbano.

Nació en Chaco, pero tuvo que migrar porque fue desplazada de su tierra. Nalá es una mujer indígena urbana, como tantos más que se vieron obligados a abandonar su territorio y migrar hacia las ciudades.

¿Cómo te convertiste en Cacique?

Hace muy poco tiempo que soy cacique. En 2009 se reunieron un montón de comunidades indígenas en una ceremonia en la que me llamaron y me dijeron: “Hermana, hemos decidido que a partir de hoy usted va a ser nuestra cacique”. Me nombraron cacique territorial, espiritual y política de esta región, lo que significa que estoy a cargo de hacer las ceremonias y de hablar en nombre del pueblo. Es un honor porque son los hermanos los que lo eligen a uno para representarlos y es una gran responsabilidad. No se puede hacer lobby para ser nombrado cacique. Además, una vez que está decidido, no se puede rechazar. Tampoco podemos elegir el nombre que se nos da. Mi nombre es Nalá.

Somos nosotros los que elegimos a la persona que va a ser nuestra autoridad. Los líderes indígenas del pueblo llevan mucho tiempo observando a las personas que se perfilan como buenas autoridades: son aquellos que mantienen su conducta con respecto al pueblo y respetan su cosmovisión.

¿En qué momento te llegó la tradición de tu familia?

Yo viví la vida indígena dentro de la comunidad desde que nací y siempre seguí los pasos de mis mayores. Mi abuela decía que una de sus nietas iba a continuar transmitiendo su cultura. Ella pensaba que esa iba a ser yo porque decía que nací con el manto. Mucho tiempo después me di cuenta de lo que mi abuela había querido decir con esto de “nacer con el manto”: hay niños que al nacer rompen bolsa y otros que nacen con la bolsa sin romper. Yo nací así, con la bolsa íntegra. Cuando uno es niño, hay cosas que se le graban, pero uno no sabe qué significan.

  Clara recolectando frutas  

¿Cómo es tu relación con el mundo occidental?

Nunca viví un choque con el mundo occidental. Nací en Juan José Castelli y estuve en contacto permanente con los blancos. Ahí había una sola escuela y, aunque la mayoría de los alumnos eran del pueblo Qom, el colegio tenía maestros blancos. Nunca me sentí discriminada, a diferencia de muchos chicos que sí sufren la discriminación cuando asisten al colegio.

Recuerdo que se nos enseñaba que la cultura indígena era algo totalmente del pasado. En la actualidad se están dando grandes cambios con respecto a la educación, pero todavía sigue pasando que en la escuela se enseña que los indígenas “vivían en tal lugar”. Hay que corregir eso porque los indígenas viven, no “vivían”.

¿Cómo fue tu niñez viviendo en una comunidad indígena?

No teníamos juguetes, pero jugábamos con los hermanitos silvestres y a cuidar a los hermanitos más chicos. Salíamos a recoger frutas, miel y huevos al monte, donde también conseguíamos la medicina. También íbamos a pescar y a mariscar. No decimos “cazar”, decimos mariscar. Con los huevos de los animales hacíamos collares.

Había mucha gente, que eran los “buenos”, que nos llevaban ropa usada y pan duro. De chica, no supe lo que es comer pan blando. A mí el pan duro me parecía lo más sabroso que había. Eso es algo que me quedó hasta el día de hoy. No puedo comer pan fresco. Si lo mirás desde el punto de vista occidental, hemos vivido muchas carencias, pero nosotros nos sentíamos inmensamente ricos.

  Leandro en subte  

¿Cambió mucho la cultura indígena en la actualidad?

Las poblaciones que ocupan el territorio indígena y viven en comunidad siguen teniendo las mismas costumbres con las que me críe yo. Los que viven en las comunidades urbanas ya no las tienen. Una gran cantidad de indígenas viven en el conurbano bonaerense. Se los conoce como indígenas urbanos. Han perdido la lengua y se han occidentalizado. Algunos jóvenes incluso llevan el pelo teñido. En nuestra comunidad les decimos: “por más que cambies tu pelo y tu apariencia, nunca vas a dejar de ser indígena. Vos sos lo que sos”. Hemos logrado que nuestros niños y jóvenes puedan sentirse orgullosos de ser Qom. Ellos son diferentes, se sienten diferentes y dicen: “yo soy un orgulloso Qom”. Me emociona escucharlos.

¿Cómo eras de chica?

Siempre he sido guerrera, traviesa y rebelde y la que más trabajo le dio a mi mamá. Me acuerdo de mi primer acto de rebeldía cuando tenía 14 años: había una organización evangélica que decía que bajaba fondos del exterior para atender a las comunidades indígenas. Los domingos podías ir temprano y ellos te daban ropa y zapatillas para ir al culto, pero no te lo podías quedar; después tenías que devolver todo. Un día vino la gente que le bajaba los fondos y ellos les mostraban a todos los hermanos Qom con ropita y zapatillas nuevas, diciendo “así es como los tenemos”. Yo estaba callada escuchando hasta que ya no me pude contener y les dije que era todo mentira. Se armó un lío tremendo. Yo era chiquita y no sabía lo que era discutir en público con un montón de gente. Los hermanos salieron a apoyarme a mí. Todos se sacaron las zapatillas y las camisas y las tiraron. Eso me marcó. Cuando vi que el resto de los hermanos me siguió a mí a pesar de ser muy chica, me di cuenta que podía meterme cada vez que veía alguna injusticia.

Estudiaste Licenciatura en Enfermería en la Universidad Nacional del Nordeste. ¿Cómo hacés para que fluyan juntas la medicina occidental y la medicina natural que ya tenías incorporada?

Uno lo tiene incorporado. Como mamá, crie a mis hijos primero con nuestra medicina: tecito de laurel, anís estrellado y un montón de cosas más. No he tenido ningún problema con la inserción de mi medicina en el ámbito médico. Existen muchos médicos que la reconocen. Por ejemplo, Favaloro como médico rural habló muchísimo de la medicina natural y no la llamaba “medicina indígena”.

  Leandro en subte  

¿Cómo surgió El Antigal? ¿Qué se hace y qué se muestra acá?

El Antigal es el primer Centro de Interpretación Indígena de Argentina. Funciona como un museo vivo donde mostramos que la cultura de los pueblos existe y no ha muerto. Se pueden ver cosas de nuestro pasado y de nuestro presente.

Todos los proyectos que tienen una temática similar son de personas blancas. Este proyecto es indígena. La idea es indígena. Las cosas que se exhiben son indígenas. La muestra que se hace está guiada por un indígena. Acá no interviene nadie que no sea indígena.

El Antigal surgió porque en el sitio histórico de Vuelta de Obligado se hallaron tiestos de barro indígenas que se entregaron al municipio y terminaron en un museo paleontológico. Esto a nosotros nos dolió profundamente porque ahora esos tiestos forman parte de un museo de animales extintos. Los tiestos de barro pertenecían a seres humanos, no a animales. Nosotros no hemos desaparecido.

Hicimos el reclamo y nos dimos cuenta que nosotros no podíamos simplemente llevarnos los tiestos y guardarlos en cualquier cajita. Teníamos que crear nuestro propio espacio. Como la palabra museo nos hace ruido, decidimos ponerle Centro de Interpretación Indígena.

Lo llamamos Centro de Interpretación porque los indígenas nos la pasamos interpretando todo lo que vemos. Para nosotros, la vida está llena de señales que uno tiene que saber ver. Y el nombre El Antigal es en honor a los pueblos Andinos porque deseamos ser interculturales y queremos lograr un pluralismo de pueblos. Cuentan los abuelos andinos que cuando venía el hombre blanco a matar indígenas, las madres para proteger a sus niños hacían grandes vasijas, los escondían ahí y los semi-enterraban para después rescatarlos cuando pasaba el peligro. Muchas veces ya estaban muertos cuando iban a sacarlos. El Ser Supremo, viendo ese dolor desgarrador de las madres, las convierte en cardón. El palo derecho que tiene el cardón es el cuerpo de la mamá y las ramas torcidas son los brazos donde lleva sus niños.

  Primer Plano de Leandro con subte de fondo  

¿Qué pensás de los museos que exhiben cuerpos de indígenas?

Estamos reclamando por medio de una ley que existe desde el año 2010 que todos los esqueletos y momias que hay en los museos no se exhiban más y se devuelvan a sus diferentes pueblos para que ellos les hagan la sepultura correspondiente. Esos esqueletos proceden de tumbas que han sido profanadas y nosotros entendemos que eso rompe un equilibrio que tiene que ser restaurado.

¿La visión que tienen de la muerte es distinta a la occidental?

La muerte es un paso más. Cuando partimos, pasamos a ser seres superiores. Tanto es así que los que estamos acá, que tenemos un espíritu tan chiquito y mezquino, no alcanzamos a entenderlo por completo. En nuestras ceremonias, pedimos que los de espíritu superior estén con nosotros y que nos acompañen. Esto es muy similar a la gente occidental que les piden cosas a sus familiares muertos o toca las fotos que tienen de ellos y les hablan. Nosotros hacemos exactamente lo mismo, nada más que les hablamos directamente porque sabemos que están ahí con nosotros. Es así de simple.

Contanos sobre la ceremonia de la luna en cuarto creciente.

Tenemos muchas ceremonias. Hay incluso algunas que son pequeñas que se celebran para cargar el espíritu cuando estamos afligidos. Otras son muy importantes para el pueblo. Una de ellas se llama La Ceremonia del Encuentro, que se hace con la luna en cuarto creciente porque a partir de ese momento todo crece. En esa ceremonia nos encontramos con nosotros mismos y con el otro.

Al ser indígenas urbanos, tuvimos que armar de nuevo nuestro espacio. Para el lugar ceremonial necesitamos que estén los cuatro elementos, que son agua, aire, fuego y tierra. Elegimos una lagunita en forma de luna en cuarto creciente. Durante la ceremonia estamos en vigilia toda la noche, y hay un momento en que la luna en cuarto creciente se refleja sobre nuestra lagunita en forma de luna.

Comenzamos siempre cuando cae el sol. Nosotros decimos que acostamos al padre sol. Toda la noche velamos su sueño y la ceremonia llega a su fin cuando al otro día levantamos al padre sol. Hacemos vigilia y encendemos el fuego ceremonial con arcos y flechas encendidas. Nos ubicamos en forma de círculo alrededor del fuego, que tiene una simbología muy importante para todos los pueblos indígenas. La luna es redonda, la panza de las embarazadas es redonda, los ojos son redondos. Es decir, todas las cosas importantes son circulares. Para nosotros nuestro mundo es redondo.

  Frase destacada, lo primero que pense es que nunca mas iba a poder hacer algo solo, que iba a necesitar asistencia para cualquier cosa  

¿Cómo se dio la militancia en derechos humanos y la representación de tu pueblo?

Los indígenas también somos grandes militantes de nuestra causa y de otras causas, incluso aquellas en las que ya hay un montón de otros luchadores que son occidentales. La realidad es que nosotros tenemos más que suficiente con la causa indígena. Luchamos por el territorio, por la lengua y por la identidad. Por el derecho a tener un ambiente sano, a tener una política de educación y a tener salud. Estos derechos son transversales a todos. No tienen banderías políticas. No tienen credos religiosos. No tienen etnias. No tienen pueblos. Aquí hay un solo derecho: el derecho de la raza humana.