Brenda es bailarina y con su arte demuestra día a día que estar en silla de ruedas no tiene que ser un impedimento para cumplir objetivos y sueños. En un diálogo íntimo nos cuenta cómo vivió distintas etapas de su vida y nos demuestra lo difícil que puede ser transitar por las calles de Buenos Aires.

por Pablo Gómez Samela


Publicado el 05 de Octubre, 2018


¿Cómo empezó tu relación con el baile?

Siempre me gustó. En el 2001, conocí a un amigo y a su madre, los vi bailando tango y me dije a mí misma que quería hacer eso. Por una u otra cosa dejé pasar el tiempo y más o menos en el 2007 empecé a ver a este amigo con frecuencia por todos lados y eso me pareció una señal; algo me decía que tenía que buscar en el baile. Fue así como me decidí, me contacté con él y su madre, y les dije que quería bailar. Fui a una clase a ver qué onda y no me pude ir más. Hoy soy consciente de que seguiré yendo hasta que el cuerpo diga basta.

¿En el baile encontraste algo que faltaba en tu vida?

En el baile encontré muchas cosas. Más allá de que yo nací así, sin poder caminar, de mi cintura para abajo nunca había tenido una representación. Cuando bailaba en cualquier otro lado, en fiestas, cumpleaños o boliches, mi movimiento siempre era de la cintura para arriba. De la cintura para abajo no había nada, mi cuerpo no existía. Y con el baile me empecé a dar cuenta de que si existía, de hecho tuve muchas manifestaciones físicas de la cintura para abajo desde que estoy bailando.

¿Cuál fue tu primera reacción cuando eso empezó a pasar?

Pánico. Imaginate que cuando empecé a bailar tenía treinta años. Desde que nací hasta los treinta no había tenido sensaciones de nada y en un momento empecé a estar en eje, con los brazos levantados y sintiendo que el tope de control lo tenía en el hueso de la cadera. La primera vez que me pasó empecé a temblar y lagrimear. Un día me puse en cuclillas, me agarré de la silla y me levanté; y el tope para el equilibrio lo sentí en la articulación de las rodillas. Cuando sentí las rodillas me dije a mi misma que esto era demasiado mágico.

  Retrato de brenda soriendo mirando a cámara, de fondo se ve su cocina  

¿Crées que el baile te hizo ser una persona más independiente?

Sí, me hizo más independiente y segura. También me hizo ser más determinada y ponerme mis propias metas. De hecho, desde que estoy bailando salí de muchas relaciones tóxicas. Aprendí a quererme y valorarme mucho más.

¿Sentís que el título de bailarina es lo que más te representa en la actualidad?

No tengo título. Cada persona me conoce o me ve desde donde quiere. La persona que te puede decir “Brenda es bailarina” bailó conmigo y no vio la silla de ruedas: vio a la bailarina. La gente “común” no ve la persona, ve a la silla. Es diferente desde donde te conocen. Si a mí me conoces bailando probablemente no mires primero la silla.

  Brenda abrazada con un bailarín en el medio del microcentro  

¿Qué hacías antes de dedicarte al baile?

Antes de ser bailarina fui deportista. En el 87 conocí una institución que se llama APEBI, a la cual iba gente que también estaba en silla de ruedas y ahí podía integrarme totalmente. Desde el 87 hasta el 2001 no paré de estar ahí y de hacer deporte. Hice natación, básquet, vóley en el piso, y lo que más hice fue atletismo. De hecho competí en atletismo y en natación muchas veces.

Estuve nadando en pileta y también nadando en mar abierto en Mar del Plata. Fue una experiencia maravillosa. En el 89 estuve en un Panamericano en Estados Unidos en el que competí en atletismo, hice lanzamientos de vara, disco, 100 y 200 metros de velocidad y una carrera con obstáculos. En total habré hecho deporte unos 13 años de mi vida.

¿Por qué lo dejaste?

Más allá de que me sigue gustando el atletismo, al no poder federarme, no podía seguir compitiendo. Entonces entré en la rutina de entrenar y nunca competir. Me aburrí y dejé. Después de dejar el deporte durante unos seis años estuve haciendo defensa personal y aikido sentada en el piso. El profesor me dijo: “Si te gusta yo adapto todas las técnicas para vos y vemos qué sale”. Tené en cuenta que el aikido siempre es parado y depende mucho de un juego de cadera. Imagínate a mi sentada en el piso y haciendo tomas con un 80% de hombres. Fue muy interesante y ahí hice muchos amigos.

  Plano medio de perfil de Brenda y bailarín mirándose fijamente a los ojos sonriendo en la calle Florida en Buenos Aires  

¿Cómo es transitar por la ciudad de Buenos Aires en silla de ruedas?

Pequeño temita acabas de traer (risas). Es patético. Hay lugares y lugares. Entre el mal estado de las veredas, los autos mal estacionados y la falta de respeto no vamos para ningún lado. Creo que lo más indignante son las veredas tan rotas y tan mal hechas, y sobre todo muchas rampas mal hechas. Por otro lado, tenemos a la gente que es solidaria cuando quiere o como puede. Es difícil. Pero tampoco podés no salir porque eso tampoco es vida.

¿Te encontrás con frecuencia autos mal estacionados en rampas?

Muchas veces sí. Te encontras a los que se estacionan sobre rampas con la excusa de estar apurados y al estar arriba del auto piensan que no molestan a nadie. Aunque tengo que reconocer que hay veces que esa situación es más divertida porque te da el derecho de decirles algo y ver cómo tienen que sacar el auto.

  Brenda sonriendo sentada sobre la silla de ruedos, sostiene un sticker que dice Yo tapé a una rampa, detrás de ella hay una camioneta tapando a una rampa  

¿Y con el transporte público cómo te relacionas?

El subte no lo conozco por ejemplo, que está tan publicitado con entradas accesibles. Hay muchos que no funcionan como corresponde. O podés ir a uno que sí anda, pero no sabés si en el que te tenés que bajar hay accesibilidad. Lo que es más viable es el colectivo. Pero hay muchos que no te suben o te pasan de largo.

¿Cómo te definirías a vos misma?

En la danza soy lo más autocritica que hay en el mundo. Recién después de 8 años bailando, me miré al espejo y me gusté. Yo creo que eso no viene de la danza en sí, sino que viene de una visión mía personal que lo trasladé a la danza.

Brenda fuera de la danza creció mucho. Era muy dependiente, era muy autoritaria, era muy de pedir que me hagan todo. Hasta que ahora no me pisan más. Ahora me hago valer, me veo y me respeto más. No me dejo usar, no me dejo manejar, no me creo tanto lo que me dicen como antes sobre mi misma.

  Brenda sentada sobre un banco en un parque, mirando a cámara  

Video realizado por: FLORENCIA MARINA ROMERO - BUIA FILMS
Asistente de Rodaje y de Montaje - Foto fija: PABLO GÓMEZ SAMELA
Protagonista: BRENDA HOLTZ
Participación bailarín: JOSE GÓMEZ SAMELA